Alcohol
Hay un alcohol que mata y otro alcohol que cura. Un alcohol que puedes beber y te mata lentamente, y otro alcohol que también puedes beber pero por lo menos te deja ciego. Hay un alcohol que hace que te quieras morir al siguiente día, y otro alcohol que te hace dormir el más plácido de los sueños. Hay un alcohol que te exprime las penas, otro que te hace pasar soberbios ridículos, y otro que te ayuda a ligar. Hay un alcohol que levanta muertos, y otro que levanta los tuyos.
Todos estos alcoholes puedes beber. Pero de ese, no bebas.
Así recordaba las palabras de su mentor, un contemporáneo suyo, que a su edad, había tenido la más venturosa de las vidas, mientras ella se aprestaba a esconderse en el búnker designado para la persona más importante del país. Recordaba sus palabras mientras escapaba, a toda la prisa que sus piernas le permitían, de todos sus enemigos, que a esas alturas, ya eran todos los que alguna vez fueron sus fieles adeptos y mejores amigos.
"No bebas del poder. El poder corrompe. El poder te volverá estúpida. absoluta e irreversiblemente corrupta y estúpida."
Se encerró en el búnker. Había suplementos para subsistir holgadamente por unos seis meses, con mesura durante un año. Las paredes del bunker, por su parte no eran infranqueables. Una explosión abrió un boquete en el granito, lo suficientemente grande como para que entren por ella quienes exigían que pague por sus crímenes. Llegaron tarde. La presidenta, autócrata, derrocada había cometido suicidio. O eso pensaba... fue encontrada en estado de coma, puesta en recuperación y mantenida en calidad de vegetal por diez años hata que por fin expiró, a pesar de todos los esfuerzos por mantenerla con vida, "presa en su propio cuerpo", castigo que se coligió como el mejor para todos sus horribles crímenes.