Elefantes
El arte de la memoria no es recordar fechas o lugares. No. El arte de la memoria es relacionarse con tales. La relación no se pierde aunque no sea directa. Pero es experiencia, y como tal, en ella cabe la odiosa mentira. Bien lo sabía cuando comencé a escribir mis memorias, a imprimirlas en ese arcaico, rudimentario y poco confiable papel. Mi descendencia me recomendó una y mil veces la computadora; yo la encontraba aún más arcaica y rudimentaria, y aún menos confiable. Ahora debo agradecer al agua. El agua me ha mostrado lo que es, en realidad, recordar. El agua, y mis nietos traviesos. Ahora, prefiero hablar a escribir. Ya he escrito mucho, ya hablarán de mí, como ya han hablado. Aún tengo que vivir, por lo que aún trabajo. Sigo escribiendo, sí, pero cuando se trata de recordar, prefiero hablar.