Trampas
No llegué aquí con nada más que mi fervor de defender mi patria, mi ingenuidad y un rifle. Peleé con valentía esa batalla contra el enemigo y maté a muchas de sus tropas; llegué hasta su comandante, y cuando lo tuve a bocajarro el hombre levantó su mano, apuntó su índice hacia mi frente y me inundó de luz... ¡Qué tonto fui! ¿Cómo podía pensar en ganar? Malhaya mi suerte haber sobrevivido, saber ahora que mi general me mandó a morir, saber que ahora quiere mi cabeza y saber que sabe que quiero la suya.