Nostalgia


"No miento. Yo era feliz, en verdad. No he dejado de serlo.
Talvez esa alegría de vivir que le dicen y que es motivo de "sana envidia" hacia mí sólo mermó un poco a partir del momento enque conocí mis cadenas, y ellas me conocieron a mí. Aún así limitada como me reconozco, me siento afortunada, que los límites no lo reconozcan a uno ha llevado a la locura a muchos de los míos. Así y todo, se me presentó un problema mayor. Si bien mi alegría no me ha abandonado desde entonces compitió por su lugar en mi mirada con un sentimiento distante y poderoso. Más de uno/a había reconocido en mí que la nostalgia se apoderaba de mi semblante con cada vez mayor frecuencia, y que había convertido en hábito mío llegar con mi mirada tan lejos como el horizonte me lo permita a través de toda ventana, perderme horas viajando así, a veces incluso manifestando la intención de no regresar, como si cuando "me iba así" volviera, y cuando "regresaba" me alejara de ese lugar y de ese estado llamados casa.

Hablo de esto ahora, desde este balcón desde el que me están viendo al tiempo que he repartido entre ustedes estas líneas. Sepan que soy conciente de que esto que quiero mostrarles es el sueño de mi vida a punto de realizarse, y a todos ustedes, y de entre ustedes a los míos que aún no conozco, les invito a no tener miedo y a confiar en lo que van a ver, porque no hay más poderoso llamado de atención que afectar la vista. Mis cadenas y yo nos despediremos, mientras estuvimos juntos nos amamos mucho, pero es tiempo del adiós para siempre entre ellas y yo, y ese tiempo empezará conmigo dando este paso. Sepan además que a donde voy los espero. A todos ustedes."

Saltó hacia nosotros desde ese sexto piso al que los bomberos casi lograron llegar a tiempo, y mientras su velocidad aumentaba conforme la ley, su confianza no había disminuído. Ella quería que veamos su rostro, y en el instante que sus pies tocaron el piso todos nos dimos cuenta que logró su cometido. Quebró la ley de la gravedad, posó de pie en el suelo esculpiendo en nuestras memorias ese instante imposible, increíble, me miró fijamente -pocos olvidan esa mirada pero pocos le prestamos atención realmente- y se elevó cuan rápida cayó para desaparecer en ese horizonte al que a partir de ese día me siento irresistiblemente llamado a volver. Mientras, los bomberos en el sexto piso miraban con impotencia, elevando al cielo en dirección hacia ella lo que todos entendemos por brazos, pero en ese instante ante mis ojos se transformaron en cadenas.

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