La chica que odiaba escribir
- ...y por eso el tuiter es ideal para mí.
- Pero ¿no dices que no sabes cuando te pasa?
- No, pero me deja menos chance.
No son las cosas que puedan pasar las que uno teme, son las cosas que uno sabe que van a pasar.
- Entonces la granizada...
- Yo no quería salir y les escribí a mis panas que mejor no, hasta capaz que se inunda la "Y".
- No digas...
- Sí, loco, ¡estoy aterrada!
Bromas de inocentes, por el facebook sobre todo, cadenas de mails, blog... eran una invitación, una tentación, una puerta a tapiar.
- ¿Y con la mancita que dijiste que le despidan?
- Sólo me enojé y lo dije, y luego lo escribí. No es quería que le expulsen, sólo que no me pareció lo que estaba haciendo. Luego me sentí super mal y le escribí un mail donde figuraba un anuncio de empleo.
- Es que era obvio que la man estaba mal, pues, eso de maltratar a los guaguas cuando eres profesor... no es que no se merezcan un par nalgadas o una puteada de vez en cuando pero la man estaba mal...
- Qué sé yo, yo soy otra cabreada... solamente que no quiero hacerme cargo de nadie ni de nada, esto ya es demasiado para mí.
A saber, es mejor hablar del pasado, de eso que ya no se puede cambiar, por eso mismo.
- ¿Y tu pana que me decías?
- Ah no, ese man se va de huevadas. O bueno, eso pensaba antes, pero con las notas que él hace yo sí no me meto.
- Para mí que está mal de la cabeza o que fumó demasiado... nono, aguanta, el man casi no fuma ni consume nada, ¿cierto?
- Simón. Verás, luego de lo que ví de mí misma no dudaría que el man sí puede, digo, para qué iba a mentir sobre una huevada del tamaño de viajar en el tiempo... si yo estoy cagada del miedo con las notas que me pasan, definitivamente no quiero ser él.
Como dicen, los zapatos de uno solo le quedan a uno.
- Con todo, el cacho que me hizo no me queda mal.
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