El DeMoño

Para rematar, hay una referencia a mí como “el endemoniado”… ¡plop! ¿Y ahora qué hice? Ah pos naa, que al parecer soy más calculador y falto de emociones de lo que me figuraba, y me figuraba mucho. “Es solo una fase”, así como lo fue una fase en la que cualquier cosa que decía la rimaba como salía, y salía casi siempre muy extrañamente –como observación a este fenómeno, siempre me he preguntado por qué a los “poetas contemporáneos” no les da la puta gana de rimar, malgastando miles de árboles en malmanchar una hoja de papel con una frase tan mediocre como “…y de tanta aspiración me quedé sin inspiración habla”- o como la temporada en que yo era “la cola” de alguien… En fin, esta falta de apasionamiento es medio preocupante, o sea, medio me preocupa. Medio no más, porque a decir de tumadre, siempre he sido así.

Tons, ¿de qué te preocupas, hijito? Las emociones y los sentimientos son lo que hace humano a un humano… si no las y los tengo, ¿en qué categoría me pongo? Talvez a la larga sea como creí siempre, un inclasificable –uno más- que va por ahí y ya. Pero, por otro lado, si se le puede dar una utilidad a este desapasionamiento científico –que me lleva a hacer biopsias de todas las almas que se me ponen al frente- es el poder ver todo más limpiamente: el objetivo está al frente… pero muy lejos… ¡un momento! Si la Tierra es redonda y el objetivo está al frente, muuuy lejos, en realidad ¡está atrás!; si desando mis pasos o giro 180 grados y comienzo a caminar en la dirección contraria a la que voy, voy inevitablemente a llegar antes. ¡Listo, estamos para el Nobel! XDDDDDD.

Sobre la frialdad debo decir algo que siempre me ha llamado la atención: la inteligencia. Todos los supervillanos que conozco, desde los de historietas (que mantienen su status con siempre mejores ardides) hasta los presidentes derrocados y los prisioneros por conspiración, son o fueron alguna vez, personajes muy inteligentes, personas muy lógicas, con un I. Q. muy elevado y una mente muy afilada al servicio de sus fines, sean los que sean. Pocos, sin embargo, se declararon al servicio de su real objeto orgásmico: el poder. La gran mayoría se propusieron a sí mismos como enviados de El Supremo, cuando menos. El vulgo sabe, sin embargo, que tal cosa puede ser solamente obra de El Señor Oscuro, y defiende su sabiduría a capa y espada... mientras aguanta bajo los yugos conocidos y espera la vuelta del Che. Por todos ellos es de sobra conocido el calor de la amistad y el frío de la empresa (el uno es el número más solitario). Así se sirven en reconocer a las personas que “no tienen corazón”, “esos desalmados”, “esas perras”, “esos desgraciados”, y demás especimenes en que es clasificable la raza humana “desde mi muy franciscano punto de vista”.

“El que esté libre de piedra que tire el primer pecado”. Sirviéndome de mi juicio implacable debo decir que toodos tienen cola que nos pisen. Sirviéndome de mi misericordia implacable también, “a mí qué ___cha las h__vadas que hiciste”. Las buenas personas de verdá han cometido errores, algunos imperdonables, pero los han reconocido de corazón y ahora son dignos de, digamos, un purgatorio amoblado con teatro en casa y jacuzzi. Las personas de la medianía saben que algún día dejarán sus actitudes viciosas. Las malas personas denuncian a las anteriores creando un sistema por demás rentable de creencias llamado religión –no se me queme en hoguera, no digo que todos sean malos, digo que no todos son malos y que no son del todo malos. Por último, los reales hijos de _ta el Mal aprovechan las debilidades de las personas promedio y las malas personas y las inducen y las mantienen en el vicio porque “eso es rentable, altamente rentable”, y de una manera muy brillante; prueba de ello son los premios Nobel de Economía y sus modelados matemáticos sobre aquella religión llamada mercado.

A todo esto, las preguntas: ¿es la inteligencia un bien exclusivo del Mal, patentado y ©
del Sr. Oscuro? ¿No se puede obrar con la misma brillantez para, digamos, fines no lucrativos? ¿Qué mismo es y de qué es vive una ONG?

El siguiente espacio está destinado a recibir su respuesta.

P. D.: Mí-San no saaaabe…