Música para hembritas
Mientras escribo estoy escuchando MiNiPoNy. La vocalista, Emilia Moncayo, hace unos guturales espectaculares y la "a eso llamarás música?" suena agresiva y poderosa, además de magníficamente estructurada. Es música bien hecha, con todas las letras, y por músicos de excelente nivel. Y bastante arriesgada, si tomamos en cuenta que tiene vetada su reproducción en medios tradicionales nacionales porque "no suena bonito"...
¿Y? Nada, todo bien. Que vivimos en una sociedad de mercado, pero en este mercado el principal, el único consumidor que importa, son las hembritas. No las mujeres, adultas de cuerpo y mente, capaces de percibir, observar y tener un criterio más extenso que bonito o feo, y de las cuales hay pocas.
Hem bri tas. Adolescentes de cualquier edad biológica que no podrían escuchar música fuertecita sin hacer su mueca materna de desaprobación. Pero no nos decantemos sobre ellas aunque este texto se trata de exponerlas. El objetivo de estas líneas es vivisecar la música que les llena ese pozo séptico de conejitos que mal llaman alma.
Veamos, ¿qué elementos destacan en la música que es de consumo masivo, esa con que la vecina hace la canallada de despertarte un domingo sin deberes?
Empecemos por establecer un hecho: no hay misterio en tales canciones. No hay nada que explorar. Se trata de ellas. Habla sobre ellas, desde cualquier perspectiva:
"Por ti me he vuelto un poeeetaaa" - la "musa" es ella
"Antes prefiero la muerte que vivir contigo, dame veneeenooo" - la razón necesiaria y suficiente para pensar seriamente en matarse del hombre, es ella
"Muévelo, muévelo" - queremos ver cómo ella bate el culo
"Tú tienes mi amor, si amarte es pecado quiero ser pecador" - ella es causa suficiente para condenarse a una eternidad de sufrimiento
"I wanna hold your haaaaaand" - en los albores de la música pop, ella era la inspiración
"Yo sé que te quiero mucho pero más me quiero yo" - uno de los pocos casos en que el hombre demuestra cierta dignidad en su interacción con, pues, ella
"Quisiera ser un pez para posar mi nariz en" - "la pecera" de ella
"Cuando llega el baile llama la atención, en el escenario" ella "se roba el show"
"Sí, ya sé que llevo un tiempo mirándote" - él, a ella
"Beeellaaa! Transparentemente beeellaaa!" - será que se explica solo, el verso?
"Qué locura, enamorarme yo te tiiii" - el que canta es hombre, y no es gay, que se sepa...
"No tienes corazón" - qué me has hecho, mala mujer...
"Lo mejor de tu vida me lo he llevado yo" - música para la mamá que plancha
"Yo tengo 4 babys" - no importa el notorio pésimo ingles, lo que importa es que las 4 babys se dejan dar verga por todo orificio disponible en sus cuerpos con tal de que el man les forre en plata
Abundan ejemplos pero sea suficiente con esta muestra aleatoria: líricas heteromatriarcales vaginacéntricas. Hablan de ellas: de lo buenas, malas, inspiradoras, crueles, objeto de nuestros afectos y de nuestros terrores que son. Todas estas letras se tratan de "yo canto, tú degustas". Y a no dudar, vamos a encontrar ejemplos de letras así en todo género musical existente.
Pero ¿cómo son estas músicas, musicalmente? Pues incantables... para hombres. El tono natural del hombre es grave, todos sabemos eso. Pues bien, estos "artistas" cantan en tonos que el hombre común no puede alcanzar, pero que están en el rango de voz normal para la mujer. Al parecer los hombres que cantan para mujeres además lo hacen en tonos que las mujeres, no los hombres, puedan alcanzar con naturalidad. Y sino, haga la prueba, intente cantar "Fría como el viento" en el tono en que canta Luis Miguel, o "Este amor es azul como el mar ¡Azul!" en el tono en que lo hace Cristian Castro, o cualquiera de ese tal Romeo Santos. Si lo logró no se sienta mal, no es que tenga voz de chica. Ahora, pídale a la mujer que tenga más al alcance si puede cantar la misma canción en su tono original. Pero hágalo. Y cuénteme.
Hablemos ahora de la simplonería rítmica y lírica: letras fáciles de aprender, el tema, servido, y ritmo simple y pegajoso: salsa, cumbia, merengue, vallenato, todas sus variantes pop, todo el pop, la bachata... letras con ritmos que llegan a niveles de infantilismo que hasta menores de 4 años las pueden cantar, animados por sus madres, tías y hermanas, cómo no. No se sienta mal si se pesca a si mismo tarareando, cantando o bailando algo ridículo: usted no lo hace por voluntad. Usted está cantando, tarareando o bailando algo que bien pueda y no le gusta.
Tampoco se sorprenda de no encontrar otra cosa que escuchar si no se dedica a explorar por su cuenta y en internet: la música que escucha usted no es para usted. Es para ellas. Habla de ellas, se trata de ellas, las alaba o las desprecia, pero siempre, monotemáticamente, habla de hembritas. Y las hembritas en su perenne calidad de adolescentes de cualquier edad nunca se cansan de que se hable de ellas.
Música que hable de otra cosa que no sea de ellas no es bienvenida, por lo tanto no será consumida masivamente, así develando quién tiene el poder en el mercado del consumo de la música: toda la música simplona que triunfa en el mundo no llegaría lejos si no hubiera quién lo consuma. En términos de mercado y comercio vivimos un hembriarcado (porque llamarle matriarcado a esta tiranía ejercida por adolescentes de todas las edades les queda inequívocamente grande).
Este texto tiene una versión más extensa y abundante en historia, causas y contribuyentes a esta realidad hembriarcal e infantil, pero en esta versión iré a las soluciones: ¿qué hacemos? ¿Dejamos morir a la música en la agonía del metástasis de su progresiva imbecilización? ¿Cómo nos deshacemos de tanta estupidez? Este texto tiene por objetivo dar un primer paso: hablar de la misma.
La música ha llegado a estos niveles de oligofrenia porque hembritas lo impulsaron y mujeres y hombres lo permitimos o "lo dejamos ser". Desde porque algún aborto del diablo graduado de publicista dijo que era bueno hasta por "respetar gustos" nos hemos privado y nos seguimos privando de hablar de lo ridículo que es un "cantante" y lo que "canta", de que su único pegue es lo sexualmente sugerente que es - cuanto más, más "exitoso" - , de cómo manipula los sentimientos de una manera pornográfica y de emitir nuestro criterio respecto de lo que nos vemos obligados a escuchar, sea en bus, casa, oficina, bar, discoteca, kermesse, karaoke, baby shower, matrimonio y, quién quita, hasta divorcio.
En posteriores entregas sobre este tema entraremos en detalles. Si llegaron hasta aquí, bienvenidos.