Reescribiendo parábolas

Este post va dedicado a todos los que dejamos casa y control y nos arriesgamos, acá "afuera", a ser nosotros y a vivir de verdad nuestras vidas. Y a todos os que nos acolitaron. Lindo preámbulo, ¿no? Empecemos.

Un hombre tenía xxx hijos, y cualquiera de ellos (ellas, también, por qué no) le dijo a su madre: "Madre, dame la educación y la libertad que me corresponde". La madre dijo "No". "Bueno, entonces dame un trabajo". La madre dijo "No". "Bueno, entonces dame comida decente y mantenme". La madre dijo "No". "Bueno entonces deja de molestarme". Y la madre dijo "No". Pocos días después el hijo tomó las cosas que consideró suyas y se fue a un país lejano; como no tenía nada más que lo que había tomado, no malgastó nada.

Encontró una ocupación donde un jornalero, criando puercos. Pasó el tiempo y el hijo se volvió un buen jornalero, los puercos que él cuidaba eran los mejores de la hacienda. El jornalero, al verlo así le dijo: "Eres muy buen jornalero, el mejor que he tenido, pero noto que lo que eres no es un jornalero. Si quieres puedes quedarte más tiempo, pero si quieres partir hazlo cuando quieras, ve a cumplir con lo que la vida reclama de ti, yo te apoyaré". "Gracias, has sido muy bueno conmigo, y espero que mi trabajo te haya satisfecho", respondió el hijo. Y partió con lo que era suyo y lo que el jornalero le había dado.

En el camino el hijo se encontró con un herrero. El herrero le dijo "Eres un hombre fuerte. ¿Quisieras trabajar conmigo por algún tiempo?" "Está bien", aceptó el hijo con gratitud. Pasó el tiempo y el hijo se convirtió en el mejor herrero del país. "Estoy muy agradecido contigo, y tu trabajo es muy bueno", le dijo el herrero. "Dime cómo quieres que te compense". El hijo le respondió "Gracias, amigo. Estoy muy agradecido contigo. Si una única cosa puedo pedirte, te pido que me permitas usar tu taller para fabricar herramientas de la verdad". "No entiendo lo que me dices, pero sea lo que tú quieres. Aquí tienes todo lo necesario. Sé libre de hacer lo que quieres.".

El hijo entonces empezó a viajar, volviendo continuamente al taller de herrería, a hacer herramientas de la verdad. En uno de sus viajes se encontró con una prostituta. Ella le dijo: "Eres muy bueno, ¿por qué no vienes a pasar la noche conmigo?". "¿Por qué eres prostituta?", le preguntó el hijo. "Porque no sirvo para nada más, porque no sé nada", respondió ella con tristeza. "No me ofendas y ven a pasar la noche conmigo". El hijo entonces fue con ella. Al amanecer le dijo: "Tus manos son sutiles. Tus modos, refinados, tu mente un manantial. Tu corazón, un tesoro. Tú no eres una prostituta. Dime, ¿cómo puedo ser grato con lo que me has dado?". "Dame lo que tú quieras, además de placer" le respondió la prostituta. "No tengo oro ni plata, mas lo que tengo te doy", le dijo el hijo, y le dio uno de los tesoros que él llevaba. "Nos volveremos a ver. Sé libre", le djo el hijo y se fue.

Pasaron cientos de años desde la partida del hijo, y el padre estaba preocupado. El padre le dijo a la madre: "¿Qué hiciste con mi hijo, mujer? ¿Por qué no ha vuelto?". La madre no dijo nada. "¿Por qué está todo lo que es mío aquí? ¿Por qué no se ha llevado nada?". La madre no dijo nada. "¿Por qué nos sobra comida? ¿Por qué no se ha llevado nada para comer?". Y la madre no dijo nada. Desesperado ante la impavidez, el padre salió a buscar a su hijo. Entonces tropezó con una paseante, y vio que la paseante tenía un curioso aspecto. "¿Qué es eso que llevas?", le dijo el padre. "Esto, es una herramienta de la verdad". "¿Para qué sirve?", preguntó el padre. "Sirve para que me conozca a mí misma y sea libre". La paseante le extendió la mano y le dijo al padre: "Es tu hijo quien hace estas herramientas de la verdad. Te estoy agradecida.". Y le dio una. "¿Por qué me das esto?", preguntó el padre. "Porque tu hijo, que estaba encerrado, ahora es libre, estaba perdido y se ha encontrado. Por eso, quiero darte las gracias.". "¿Dónde lo encuentro? ¿Dónde está?" preguntó el padre, desesperado. "No desesperes", contestó la paseante. "Llámalo por su nombre y lo encontrarás."

El padre entendió que el hijo no se había ido, lo llamó y lo encontró. Volvió a su casa y cuando entró, su mujer le preguntó: "¿Qué es eso que ahora traes? ¿Por qué no traes comida? ¿Por qué no me traes lo que quiero?" "Esto es todo lo que necesitas, mujer. Esto es lo que mi hijo hace, y que despreciaste.". La madre montó en cólera y regresó a moler granos, para siempre. El padre dijo: "Me alegro por ti, hijo, porque estabas preso y ahora eres libre, porque estabas perdido y te has encontrado". Y descansó en paz.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
clap! clap! clap!
LA Gaby ha dicho que…
es que todos nos merecemos descansar en paz... alguna vez... verdá?
Pame ha dicho que…
Muy bien, Sou, un escrito muy bacán!
Joy ha dicho que…
Pasaron cientos de años desde la partida del hijo? chuta! y el padre y la madre vivieron tanto tiempo? ve sijue! jejeje, no sé, será impresión mía? pero, tiene esto algo que ver con el mundo real? hay alguna conexión?

Saludos!!
Chopán ha dicho que…
Mientras haya libertad hay esperanza de ser felices.

me encantó la parábola, felicitaciones.

saludos XD
Canto Moretic ha dicho que…
muy bacán mi sou... un beso enorme.. te cuento que tengo nuevo blog.. la dirección es http://1000hojasparavivirdepie.blogspot.com

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