¡¡¡Tenemos que ser felices!!! - Parte2
Antes de que nos derrotase y nos llevase al suicidio, logramos teletransportarnos afuera de la mansión, yo al último, cerrando la tapa del baúl. Una vez fuera, nos recuperamos casi por completo y les contamos a todos los que nos esperaban. Eran cientos. Yo tenía una sospecha y muchas preguntas: el ritual culminaba con la pérdida de la vida del/los sacrificados, transfiriendo la energía o las almas recién desencarnadas probablemente al baúl… ¿para qué? ¿Quién podría querer una energía así? Más aún, ¿quién podría manipularla?
Como nadie de nosotros sabía que hacer ni podría manejar el producto de tantos crímenes para algún fin benéfico decidimos destruir el baúl; me quedaba claro que yo no podía entrar ahí por segunda vez y destruirlo sin correr el riesgo de morir por mis propias manos, así que le encargamos la tarea a Mamá Sofía, quien se renegó por lo feo de la misión pero es la única que nos supera en el arte de ser felices y entender la vida.
Cerré los ojos y los volvía a abrir, visiblemente agitado de la impresión de aquel sonido y sospechoso de que estuviera aún en ese lugar, aunque uno sabe a dónde despierta cuando despierta. Alcancé, sin embargo, a escuchar una transmisión final, que es el resumen de esta experiencia:
“Señores emos: ¡¡¡tenemos que ser felices!!! O su propia música les matará. Lentamente.”
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