¡Ningún salvador!

Muchas veces me pasa que simplemente entro a la vida de algunas personas a rescatar los muebles, al final de sus etapas, o cuando se encuentran en serias crisis. El movimiento natural luego de solucionar las mismas (a veces sólo basta con escuchar) es que esas personas se van o yo me voy, aunque nos hayamos vuelto grandes amigos o personas muy entrañables, que se hablarán regularmente y tal.

Con muchos de ellos el cumplimiento del "designio" (no es nada gracioso decir "el deber") es tan preciso que así haga esfuerzos para contactarles de nuevo no lo puedo hacer. Como dicen, "sólo queda la satiscacción de la tarea cumplida".

A veces, sin embargo, la gente tiende a tomar poses, o a ver poses en los otros. Me he cuidado bastante de esto al punto de decir honestamente: ¡no soy ningún salvador! Sólo estoy sincronizado para estar donde tengo que estar, cuando tengo que estar. Tal característica es una bendición pa mí, porque me ahorra angustias y me llena de optimismo para seguir adelante, donde quiera que sea la siguiente aventura.

Por eso, estas líneas tienen doble propósito: expresar mi nostalgia por los tiempos idos y las personas que conocí, y hacer la invitación formal y por última vez:

Sí, a vos te digo, ¿vienes, o de una vez te quedas?